Breve historia de la Parroquia de San José Obrero

 

El amor es como el agua, tiene que estar en todos los sitios

porque si no, se seca la vida.

En 1956 los hermanos de La Salle Norberto y Gabriel pusieron en funcionamiento una catequesis para los niños de Larreaundi en los bajos de Iñigo de Loyola 2, garaje de los autobuses Irun-Hondarribia, cedidos generosamente por su gerente Don Dionisio Gascue. Esta catequesis atrajo a numerosos niños que con la experiencia de sus catequistas aprendían y disfrutaban en sus reuniones.

Incansables en sus iniciativas, sus promotores consiguieron que hubiese un sacerdote para la misa dominical.

También se celebraba con gran solemnidad la festividad del Sagrado Corazón. Una procesión con la imagen acompañada por los miembros de su cofradía y los vecinos del barrio, recorría las calles Iñigo de Loyola y San Francisco Javier pudiéndose ver balcones engalanados para la ocasión.

Ante el crecimiento del barrio y la buena acogida que tuvieron estas iniciativas, surgió la idea de crear una nueva parroquia.

Presentada por los Hermanos de La Salle pronto se empezó a trabajar en la misma y tras pertinentes gestiones en el Obispado, hacia el año 1965 comenzó a funcionar la Parroquia de San José Obrero.

Su primer rector fue Don José Antonio Querejeta, sacerdote irunés que puso inmediatamente en marcha el proyecto para la construcción de una nueva iglesia.

Una Junta Parroquial formada por vecinos del barrio, trabajó incansablemente. Se encargaron a un arquitecto los planos del nuevo templo que en principio tendría dos torres y una gran amplitud. Se hicieron viajes a Madrid para conseguir las subvenciones pertinentes y todo iba muy bien hasta que la jurisdicción pasó al País Vasco, entonces todo lo realizado no sirvió para nada porque hubo que empezar de cero.

Entre tanto, al comienzo de 1970 y ante la falta de espacio en los locales de Iñigo de Loyola 2, ocupados por los autobuses de línea, los actos litúrgicos se celebraron en el convento de las Hijas de la Cruz.

Más tarde y hasta 1976 en los bajos de Iñigo de Loyola 5.

En 1973 Don Vicente Ortiz de Landazuri sustituyó a Don José Antonio Querejeta y enseguida comenzó con el proyecto de construcción de la nueva iglesia.

Para recaudar fondos puso en marcha la “Operación ladrillo” que contó con numerosos apoyos de industriales iruneses, consiguiendo que en 1976 fuese inaugurada con gran solemnidad la actual parroquia de San José Obrero, un edificio proyectado para que permitiese, gracias al aislamiento de sus amplias correderas de madera, compatibilizar la celebración de la Misa con otras actividades parroquiales y culturales.

Fueron numerosas las actividades impulsadas por Don Vicente. No quería que nadie se quedase en la puerta porque la Iglesia es para todos.

Gran aficionado a la música, buen intérprete de órgano y con excelente voz de barítono, fue cantor del coro Ametsa y en 1981 formó el coro de Larreaundi que tanto prestigio ha dado al barrio.

En 1989, cuando preparaba al coro para los actos litúrgicos de la Semana Santa, falleció inesperadamente en medio de un ensayo.

En los funerales de cuerpo presente presididos por Don José María Setién, Obispo de la diócesis, hubo que quitar las sillas de la iglesia para dar cabida a los numerosos fieles que asistieron al acto religioso.

En el momento del entierro en el cementerio irunés de Blaya el coro Larreaundi interpretó dos canciones.

Tras su fallecimiento fue nombrado párroco Don Juan Iguiñiz, sacerdote irunés que había estado veinticinco años en la misión de Venezuela.

Con él la Parroquia continuó su gran labor litúrgica y pastoral, realizando importantes mejoras con nuevo tejado, elevación del suelo del Altar y calefacción de gas que hace más acogedora la estancia en este lugar sagrado.

En junio de 2016 celebramos la ceremonia de despedida de Juanito Iguiñiz y la presentación del nuevo párroco Iñaki Benito.

JOSÉ RAMÓN VEGA ZUBELDIA